Raquel Bone Guzmán, una bióloga de la Universidad de Costa Rica (UCR), inició hace casi tres años una travesía sin precedentes, así como uno de los retos académicos y profesionales más importantes de su vida.
Desde su ingreso a la carrera, se enfocó en el estudio de los felinos, su grupo de mamíferos terrestres favorito. Estos animales suelen ser víctimas de la caza ilegal y del cautiverio, pues los toman como mascotas exóticas. Además, la destrucción de su hábitat los ha llevado a ser una especie amenazada y en peligro de extinción.
Este interés llevó a Bone a ser voluntaria en programas de conservación como “Jaguar”, de la Universidad Nacional (UNA), y “Gente y Fauna”.
A esta investigadora le apasionaba también conocer la interacción presente entre la riqueza natural y la gente en la península de Osa, en el sur del país. Por esto, decidió iniciar un estudio que cambiaría su vida y la de las personas con las que trabajó.
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